10 DÍAS / 9 NOCHES - AUTOGUIADO

La cordillera de los Pirineos es todo un bastión, una frontera natural, que se yergue majestuosa al borde norte de la Península Ibérica, entre España, Andorra y Francia, atravesando en algo más de 400 km desde el mar Cantábrico (Golfo de Vizcaya) al Oeste hasta el mar Mediterráneo (Cabo de Creus) al Este.

Con más de doscientas cimas que superan los 3.000 metros de altitud, los Pirineos poseen los últimos glaciares ibéricos, amplios valles, profundos cañones y extensas masas forestales. Aquí sobreviven los últimos osos pardos, la población más importante de quebrantahuesos de Europa y especies tan adaptadas a los rigores climáticos como la perdiz nival y el edelweis.

Los habitantes de los Pirineos son gente con tradición montañesa y gastronomía basada en productos de la zona cocinados a fuego lento. El ternasco de Aragón, migas a la pastora, setas o productos del mar, acompañados de suculentos caldos con D.O, nos permitirán disfrutar de la gran diversidad de productos de la zona pirenaica.

Todos los que amamos la bici hemos pensado en algún momento en algo así. Tanto si entrenamos duro como si solo salimos a rodar los fines de semana. Tanto si formamos un grupo de inseparables como si nos gusta la soledad en el esfuerzo.

Todos hemos soñado con coger la bici y lanzarnos a la carretera y avanzar. Sin tener que regresar. Siempre hacia delante. Y subir los más duros puertos y recorrer los más recónditos valles. Y seguir avanzando.

Pasar la noche en algún lugar donde nuestra bici sea bienvenida, y volver a montar y pedalear con las primeras luces del día siguiente. Sin otra preocupación que la próxima rampa, las nubes que quizá traigan lluvia o la presión del neumático. Y avanzar. Avanzar hasta el mar.

Precisamente eso es la Transpirenaica